En primer lugar, debemos saber que comer rápido nos puede hacer engordar más. Aunque esto suene muy raro, es cierto, y os lo vamos a explicar.
- Cuando tenemos la necesidad de comer, necesitamos saciar nuestro hambre. Debemos saber que cuando comemos, ese efecto saciante llega a nuestro organismo 20 minutos después de comenzar a comer. Tras comer el cerebro segrega una hormona que le da esa sensación a nuestro estómago. ¿Qué pasa si no comemos con calma? Es obvio, habremos ingerido más comida de la que nuestro organismo necesitaba para saciar su hambre. Por lo tanto, el hecho de comer despacio no es más que darle tiempo a nuestro organismo para que nos pueda avisar con más precisión cuando hayamos saciado nuestro apetito.
- Para ello, un buen consejo sería masticar despacio, ya que aunque no lo parezca, la digestión realmente comienza en la boca y no en el estómago. En la boca producimos saliva, y eso es un elemento esencial que ayudará a disolver mejor el alimento y así procesarlo mejor logrando que la digestión no se haga más larga y pesada.
- También, al masticar con calma, no sólo disfrutamos más del sabor de la comida, si no que estamos aportando más información al páncreas y a la vesícula biliar de que van a llegar alimentos, por lo que las pillará mejor preparadas para una digestión más óptima.
Otro consejo, además de comer con calma, es el uso adecuado del agua.
Es recomendable que se ingiera un vaso de agua o antes o después de las comidas ya que los líquidos normalmente dificultan la salivación. ¡Por ello los primeros platos de los menús suelen ser sopas y caldos!
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