En Farmacia y Ortopedia Moré sabemos que los beneficios de la natación son muy numerosos, y de entre ellos la espalda y las piernas pueden salir muy beneficiadas, pero sólo si se nada bien. En caso contrario puede ser incluso perjudicial.
Cuando un deportista se lesiona, habitualmente se recomienda la natación ya que ejercita todo el cuerpo y que previene el dolor de espalda. Y es bastante cierto, pero tiene excepciones.
La natación suele ser un ejercicio aeróbico si se sabe practicar bien, aunque puede ser un poco anaeróbico si no sabemos respirar a la vez que nadamos, por lo tanto, no siempre es un ejercicio “fácil”.
Si cometemos el error de ir con la cabeza fuera para facilitar la respiración, forzamos tanto la columna cervical como la lumbar y el ejercicio deja de ser tan bueno para la espalda como recomiendan. Lo mismo ocurre si nos dedicamos a hacer braza y no nos zambullimos. Y la braza tiene otro problema: la patada fuerza la cara interna de las rodillas y, por lo tanto, está contraindicada para los deportistas que sufran de tendinitis de la pata de ganso.
Para terminar, quizá el estilo espalda es el más fácil de nadar pero requiere de una movilidad excelente de hombros. Si sufres cualquier dolor o limitación en el movimiento de los hombros, para nadar espalda tendrás que contorsionarte y acabarás molestando a tus queridas lumbares.
En conclusión, nada tanto como quieras pero nada bien. Aprovecha el verano para recibir consejos de algún entrenador o compañero que sepa más que tú. Y si quieres un consejo personal, cómprate un tubo de los frontales para respirar y así no tendrás que sacar la cabeza cuando nades en crol. Toda tu espalda te lo agradecerá y las piernas descansarán un poco de tanto correr.
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