Se trata de la agorafobia, el miedo a las situaciones cuya evitación es difícil o embarazosa o también donde no se puede recibir ayuda si se sufre un ataque de pánico.
Los ataques de pánico son una consecuencia de padecer este problema y pueden presentar síntomas como aumentar la frecuencia cardíaca, presión sanguínea, se agita la respiración, aumenta la sudoración, la sensación de ahogo, se sufren mareos o temblores.
Las personas que sufren de agorafobia suelen evitar cualquier situación que le pueda provocar cierta ansiedad como salir a la calle, usar el transporte público, ir de compras, restaurantes, el cine, etc.
La mayoría de personas así al final tratan de evitar salir de su casa y el resultado es que no pueden llevar una vida normal ni se pueden relacionar socialmente como alguien sin este problema.
En ocasiones este trastorno aparece causado por alguna experiencia negativa por parte de la persona, y el hecho de evitar situaciones parecida va generando poco a poco la agorafobia.
A la hora de sentir una respuesta de ansiedad provocada por la exposición a una de esas situaciones que pretende evitar los que la padecen suelen experimentar efectos como taquicardia, ráfagas de calor o frío, sudor, temblores, ahogo, mareo, sensación de irrealidad, astenia, dolor en el pecho, visión borrosa, etc.